lunes 28 de abril de 2025
spot_img

Barajar y dar de nuevo: de víctimas de la crisis del covid a impulsores de proyectos exitosos

El 2020 ha sido, sin dudas, el año más improvisado de la historia. Si hubo planes, si hubo sueños, si hubo estrategias, fueron a parar al cesto de basura. Y tal vez de allí no salgan nunca. Todo lo que se pensó, se desechó. Ha sido el año, para bien o para mal, del Plan B. O, mejor aún, del barajar y dar de nuevo.

Mienten los que dicen que la vida es camino recto. Es más bien sendero escarpado, zigzagueante en medio de las montañas. Hay tramos derechos, simples, de sol, y pincelada de casitas y árboles, y otros donde, mientras algunos ven callejón sin salida, abismo y caída libre, otros ven una señal inadvertida para la mayoría que indican una misma cosa: hay que doblar.

La historia está plagada de personalidades que, aún sin pandemia al acecho, encontraron reconocimiento por descarte. Para Nina Simone, leyenda del jazz, nunca su plan A fue el de ser cantante ni hacer jazz. Su plan A era ser concertista de piano clásico. De niña, tenía talento. Pero, por ser negra, le negaron la beca en un reconocido conservatorio en Filadelfia –el Instituto de Música Curtis-. Tenía 19 años. Nina se fastidió tanto que renunció a la música clásica, y acabó tocando en bares de Atlantic City para juntar dinero y sobrevivir a los tumbos. Ese trabajo, y esas noches de borrón y cuenta nueva, fueron la semilla que plantaron su leyenda en el jazz –dos días antes de morir, el Instituto Curtis, para hacer las paces le dio un diploma de honor-. O el propio Sigmund Freud, que sólo buscaba tiempo y holgadez económica para dedicarse a estudiar y vivir en la biblioteca. Pero la crisis y la necesidad, lo pusieron en otra necesidad: atender pacientes. Al final, descubrió que los propios pacientes le daban el sostén fundamental para su estudio de la mente humana.

Sigmund Freud atendía pacientes para enfrentar la crisis de la época.

Busque donde busque, descubrirá que todo aquel que llegó a buen puerto, la mayoría de las veces, lo hizo gracias a un Plan B. Incluidas –y en especial- las empresas. ¿Sabe, por ejemplo, qué vendía Nokia en sus orígenes? Error. Nokia vendía papel. Y, ¿cuál era el producto que vendía originalmente el titán de los videos juegos Nintendo? Vendía mazos de cartas. La dirección correcta, para ellos como para tantos otros, estuvo moldeada por los golpes y los imprevistos.

La vida te da sorpresas: algunos la llaman crisis. Otros la llaman destino.

El 2020, pandemia mediante, puso como nunca antes en evidencia de qué estamos hechos. Y, aunque parezca mentira, las personalidades firmes y de roble, sólidas y enraizadas, que gozan siempre de reconocimiento, perdieron la partida. En cambio, las personalidades plásticas, flexibles, y líquidas, se transformaron a tiempo, recalcularon y hoy triunfan en áreas, aún para ellos impensadas. Pues saben que hay tantos planes como letras en el abecedario.

En 2020 las personalidades plásticas, flexibles, y líquidas, se transformaron a tiempo, recalcularon y hoy triunfan

“Quién se ha llevado mi queso” es la biblia de los que cambian. El libro de cabecera de la gente camaleónica. Publicado en 1998, las empresas las distribuyen entre empleados, generó infinidad de workshops y charlas, y agotó 28 millones de ejemplares traducidos a 44 idiomas, bajo un mismo lema, que es un signo de los tiempos: “O cambias, o te extingues”. El libro, en apariencia, no refleja el peso de su contenido. Poco más de 90 páginas, parecen relato infantil: la parábola de unos ratones que reciben su ración de queso diario durante largo tiempo, hasta que esta se reduce y no hay señales de que eso cambie. La reacción de cada ratoncito, es un reflejo de nuestras propias reacciones ante el cambio: están los que protestan, están los que esperan a que el queso vuelva, los que se paralizan por el miedo a la incertidumbre, y están, los más audaces, que parten a buscar el queso a otro lugar. “A veces las cosas cambian, y nunca vuelven a ser igual que antes. Parece que ahora nos encontramos en una de estas situaciones”, explica un personaje, en un tramo epifánico del libro. “¡Así es la vida! La vida siempre continúa. Y lo mismo deberíamos hacer nosotros”.

La propia historia de su autor, Spencer Johnson –murió tres años atrás-, es la historia de un borrón –voluntario- y cuenta nueva. Psicólogo y médico, Johnson hizo prácticas en Harvard y fue reconocido por sus pares, pero de tanto ver pacientes volver y volver con las mismas patologías, se propuso la meta de escribir libros y cambiar a la gente por dentro. Y ese sueño de barajar y dar de nuevo fue tan poderoso que al final, se volvió bestseller mundial. Tras el éxito de “Quién se ha llevado mi queso” Johnson dejó la medicina, se dedicó de lleno a los libros y dar charlas alentando a la gente a perder el miedo al Plan B. Y lo hizo, entusiasta, hasta el final de su vida.

Si existe alguien camaleónico en este mundo, que sabe que la vida es como un mazo de barajas de posibilidades del cual, sólo usamos unas pocas, ese es Gonzalo Otálora. Tiempo atrás fue productor de tevé, y guionista de un puñado de tiras exitosas, y hasta escribió un libro sobre la fealdad –empezando por la propia- que recibió elogios hasta en medios de Estados Unidos. Hoy en día, es influencer de emprendedores -sus charlas fueron vistas por más de 10 millones de personas en todo el mundo-, Conduce “Historias que inspiran”, un programa sobre empresarios con mística, y hoy es gurú de la transformación de emprendedores.

Gonzalo Otálora, ex productor y guionista de TV, hoy es influencer de emprendedores.

“Hoy no hay oportunidades, hay nuevas necesidades que requieren de nuevas soluciones”, cuenta Otálora, que lo contratan para consultorías a lo largo y ancho del continente. En plena pandemia, publicó un ensayo urgente: “Reinventados”, con historias de empresarios que barajaron y dieron de nuevo. No lo hizo a modo tradicional, inventó su propio formato: el móvil book. “Es un formato de libro adaptado y cómodo para el móvil. Nadie lo había hecho hasta que yo lo patenté”, infla el pecho Otálora.

«Hoy no hay oportunidades, hay nuevas necesidades que requieren de nuevas soluciones»

Él es de los que creen que la pandemia es un mal necesario para dejar atrás lo que no suma y rumbear hacia un destino nuevo, acorde a nuestros deseos.

En un mundo arrasado, desnivelado e incierto, parece utópico que alguien llame a conectarse, justo ahora, con sus sueños, pero Otálora habla con conocimiento de causa –y, sobre todo, de consecuencias-. “El tema central con la pandemia, es cómo uno atraviesa la dificultad. Hay veces que una situación nos angustia y no somos capaces de tomar distancia, y darnos cuenta de que nos pasa por algo. Y esto nos dejará una enseñanza que más adelante lo vamos a agradecer porque tuerce el camino a otra cosa. Entonces, cuando nos pasa algo complicado, después del enojo que tenemos todos, hay que preguntarse: ¿qué hay de bueno en todo esto? Porque tal vez el negocio que tenías no rendía, y la pandemia lo mejor que hace es obligarte a hacer cosas nuevas. Conozco muchos emprendedores que gracias a la pandemia viraron para otro lado. En definitiva, lo que nos deja de enseñanza es que pase lo que pase, siempre vamos a tener que reinventarnos. Hoy en la pandemia. Mañana, en un terremoto. Uno tiene que cambiar siempre. Y hacerlo más rápido que el resto”.

Gonzalo Otálora cuenta cómo enfrentarse a las dificultades económicas y cuál es el lado positivo de la crisis generada por el covid
Reproductor de audio

Si observamos la pandemia como un tsunami de escala planetaria, sólo veremos un reguero de destrozos, muertes y noticias fatales. Negocios cerrados, no importa si es primera marca o almacén de barrio: sólo en San Francisco, el 49% de los comercios bajaron la cortina. El dueño de Zara, cerró 1200 locales en todo el mundo. Y la segunda tienda de retail de moda del planeta, la sueca H&M, hizo lo propio con 250 tiendas. El 90% de las industrias a nivel global, fueron afectadas por la pandemia.

Debido a la crisis generada por la pandemia, H&M tuvo que cerrar 250 locales.

Aunque, claro, también está la contracara: el creador de Zoom, pandemia mediante, se hizo multimillonario. Más de 15 millones de suscriptores se sumaron, aburridos por el encierro, a Netflix, y Mercado Libre tuvo más de 1,7 millones de compradores nuevos en América Latina, y la tienda online Linio creció su facturación entre doble y triple dígito, en plena cuarentena.

Pero el vaso está demasiado vacío para que alguien repare en que contiene algo de agua. Los hospitales, colmados. Cementerios saturados. Temor a una segunda ola de contagios, más severa aún. Y hasta una disparada de divorcios –pues el encierro también puso como nunca, a prueba la adaptación en las parejas-. No sólo nos dejó la pandemia con menos trabajo, más incertidumbre, además, con la familia deshecha.

El 90% de las industrias a nivel global, fueron afectadas por la pandemia

Sin embargo, las estadísticas catástrofe no recogen las historias de aquellos que, a pesar del miedo, la incertidumbre y la atmósfera de sálvese quien pueda, decidieron barajar y dar de nuevo. Y así, descubrieron que el Plan B, contra todo pronóstico daba mejores resultados.

“¿Nunca les pasó que compraron un calzado nuevo y en la primera baldosa mojada se resbalaron?”, se pregunta Javier Pap, empresario del rubro de instalación de grupos electrógenos, bombas de agua y ascensores –segunda generación de la empresa-. La pandemia, lo obligó a cambiar: capitalizó su experiencia en logística y stock, y se dedicó a comercializar parrillas y estufas de primera marca. Y fue un éxito. “¿Qué hicieron cuando les pasó esto? ¿Volvieron al negocio y solicitaron el reintegro de la plata? O tal vez, como me pasó a mí, fueron más cautos al transitar y al sentir que esa suela perdía la primera capa de fábrica, empezaron automáticamente a confiar más en ellas hasta el punto que parece que ya dejaron de patinar. Es verdad que, con el paso del tiempo patinan menos las suelas, pero también nosotros nos adaptamos, porque sino simplemente nos resbalamos nuevamente. Adaptarse al cambio es algo natural, que todos sabemos realizar. El problema es que muchos anulan la capacidad de adaptarse, por mantenerse en la línea de confort, por miedo o por comodidad”.

Javier Pap, empresario en el rubro de instalación de grupos electrógenos, bombas de agua y ascensores.

Javier Pap tiene una teoría, contra viento y marea. Él es de los que sienten que el viento en contra muchas veces es, aunque parezca paradójico, un empujón. “El compartir tus ideas con las personas correctas, genera buenos resultados. Pero es fundamental que la energía fluya”, reflexiona Pap para esta nota. “Soy muy perceptivo y considero que si la energía se estanca, toda idea, por más buena que sea, puede ser tirada abajo aún sin darse cuenta por el propio emprendedor. De chicos, podemos perdemos en una playa caminando a favor del viento. Siempre nos dicen que el mejor viento es el de popa. Pero no es así. Los aviones siempre despegan frente al viento”.

Entre los ganadores están Zoom, Netflix, Mercado Libre y Linio

En Neuquén, a Marcelo Remolina la cuarentena lo partió literalmente por la mitad. Y a pesar de eso, hoy le está agradecido, por así decirlo, al covid. Tenía –tiene aún- un negocio de venta de calderas y calefacciones llamado Instalaciones Patagónicas, y para marzo tomó conciencia de que, sin posibilidad de visitar a sus clientes, nadie estaba capacitado para encender sus calderas. Llevaban en 15 años, instaladas 2000 calderas y tenían sueldos de 40 empleados por pagar. Concibió una idea brillante: avisar a todos sus clientes de que, por Instagram Live darían charlas gratuitas para ayudarlos a encender sus propias calderas. Improvisó un estudio con una tela verde. Colocó piezas de cloacas y un trípode adquirido a las apuradas. Ese evento, inicialmente único, se transformó en semanal. Sumó charlas con expertos. Y escaló a gente de otras regiones, con calderas incluso de otras marcas.

Marcelo Remolina tiene un negocio de venta de calderas y calefacción.

Su capacitación se hizo tan exitosa -160 personas en cada vivo- que hicieron vivos con fabricantes de calderas en las compañías number one en Inglaterra y en Italia. Y a los meses, cuando el gobierno habilitó las obras para instalar calderas, les llegó una avalancha de cientos de pedidos: el 80% venían, gracias a su exposición en las redes sociales. “La crisis te obliga a sacar lo mejor de vos y tomar fuerza de donde no la tenés”, dice Remolina desde Patagonia, ya pasada la temporada de frío. “Y permite explorar cosas que no harías si no estuvieras en crisis. Cuando uno está en crisis es cuando uno más aprende. Hace que tu cabeza vuele. Que te agarres de lo esencial para generar cosas. Cuando emprendés, uno aprende siempre, te vaya bien o mal. El emprender tiene implícito el aprendizaje. Acá en la pandemia no elegiste aprender, te empujaron a hacerlo. Esto hizo que muchos emprendedores hicieran lo que nunca hubieran imaginado. Mucha gente encontró caminos que nunca hubieran explorado. Hay gente que va a salir mejor parado tras la pandemia. Más allá de las muertes y las pérdidas, la cuarentena va a dejar muchas cosas positivas”.

«Muchos anulan la capacidad de adaptarse, por mantenerse en la línea de confort, por miedo o por comodidad»

En breve, Remolina planifica lanzar incluso su propia academia online. “Daremos incluso cursos de riego por aspersión masivos, con el apoyo de municipios”, se entusiasma él. “Más cursos de calefacción para todo público. Si no hubiera estado la pandemia, esto no lo hubiéramos hecho nunca”.

Marcelo Remolina descubrió en las redes sociales una gran ayuda para asistir a sus clientes durante la cuarentena
Reproductor de audio

A otro que el covid le cayó cual rayo en la puerta fue a Lucas Domínguez, de Roque Pérez, en Buenos Aires, dueño de una de las productoras de eventos más reconocidas de la región. Tenía un depósito plagado de equipos nuevos con sólo cuatro meses de uso, camioneta nueva, y de la noche a la mañana, el éxito, los eventos y los pedidos le transformaron literalmente convertidos en un depósito acumulando polvo. “Nos tuvimos que reinventar sí o sí”, cuenta Domínguez. “Lo nuestro se terminó. Tenía cuentas que pagar. Créditos de la camioneta cero km”. Lucas se sumó al negocio de su esposa, que vendía prepizzas a pequeña escala. “Compré maquinaria para hacer pizzas masivamente. Las camionetas de los eventos las puse al servicio de los repartos. Y nos fue muy bien. Así llegamos hasta 150 km a la redonda”. El Plan B a Domínguez lo salvó: ahora no hará eventos, ni fiestas, pero cada vez más localidades consumen sus pizzas, pasteles y tortas artesanales. Pasó de vender 200 prepizzas semanales, a vender 800.

Lucas Domínguez y su mujer apostaron al negocio de las prepizzas durante la pandemia.

“No podía dejar a la gente sin trabajo. Dependían de mí 15 personas”, recuerda Domínguez. ¿Cuál es su fórmula para salir a flote? “Nunca puse todos los huevos en la misma canasta”, revela él, calvo y ojos claros chispeantes con sabiduría de campo. “Ya tenía cocina industrial casi armada para las pizzas. Y un depósito de 200mts cuadrados para eso. Tengo colegas que solamente se dedicaban a sonido e iluminación, y hoy están parados. Lo único que se les ocurre es usar las camionetas para fletes. La moraleja es diversificar”.

Lucas Domínguez se vio obligado a reinventarse y apostó todo al negocio de prepizzas de su mujer
Reproductor de audio

Roberto Goldafarb, empresario argentino, vendía muebles en la calle y hoy lidera Diarco, una empresa de autoservicio mayorista. En los ‘90 tuvo que desprenderse de cinco locales inmensos y quedarse solo con uno. Era eso, perdía todo. El sacrificio valió la pena: hoy encabeza una empresa con 5000 empleados, 60 locales y es líder en su rubro en la Argentina.

“El gran problema de la gente es que se quieren quedar agarrados a la silla por miedo a perder”, repite Goldafarb, cada vez que tiene oportunidad. “No se dan cuenta de que soltar la silla, es la mejor forma de no perder”.

Más pequeña que las cifras catástrofe, llegan a diario las historias de emprendedores que, para sobrevivir, recalcularon y dieron de nuevo. Desde un animador de fiestas infantiles argentino – Sebastián Poveda Liberchuk-, que, prohibidas las reuniones sociales, después de mucha reflexión se pasó a organizar fiestas para niños en Zoom –hoy, tiene agenda demandada y hasta organiza fiestas para adultos-. Hasta una startup irlandesa que diseñó el primer servicio de entrega de medicamentos por drones: la Manna Aero.

«No se dan cuenta de que soltar la silla, es la mejor forma de no perder»

O la historia de un matrimonio de dueños de una cervecería en Nueva York, la Six Harbors Brewing Company que, imposibilitados de entregar sus productos a domicilio –antes de la pandemia lo hacían ellos mismos-, tuvieron una idea viral: comenzaron a entregar cervezas con sus dos perros. La historia tuvo rebote meteórico en las redes –clientes y más clientes subían fotos de sus peludos repartidores- y así la cerveza Six Harbors y su Plan B, estuvo en boca de medios de todo el mundo.

Cuidado: no siempre el Plan B incluye la demolición del Plan A. A veces, es simplemente cuestión de hacer pequeños ajustes para que el plan inicial se readapte a los nuevos tiempos.

Muchos emprendedores «barajaron y dieron de nuevo» ante la crisis del Covid 19.

Como le sucedió a Oscar Parra, hotelero argentino en Rafaela Santa Fe, que diseñó un espacio de coworking para reconvertir el negocio y que el hotel no le diera pérdida absoluta. O Juan Pablo Campuzano de Colombia, dueño de One way pizza, que antes de la pandemia ni siquiera tenía delivery, y reconvirtió el negocio agregando dedicatorias a las cajas de pizza para enviar a familiares y amigos que no podían verse por la cuarentena. ¿Cuánto le salió la inversión? Veinte dólares –para pauta publicitaria-, incluido el fibrón.

A veces, basta con una buena idea que cambie la fachada, sin perder la esencia. Tim Kortüm, pastelero alemán, se adaptó sin cambiar sus principios ni su oficio. Alertado por la demanda de productos sanitarios en la pandemia en Alemania, lanzó un modelo de torta marmolada redonda, cubierta de fondant blanco que dio la vuelta al mundo y así triplicó los clientes: el pastel con forma de papel higiénico. “Nació como una broma y pensé que me iban a llover las críticas”, dijo Tim. “Pero fue un éxito”. Actualmente produce 200 tortas papel higiénico por día. «Eso no llega a compensar por completo nuestras pérdidas”, explicó a los medios. “Pero al menos mi gente tiene de nuevo algo que hacer en la cocina».

En una situación límite e impensada que puso en jaque el plan A, las mentes brillantes de este planeta se pusieron a trabajar como nunca antes. Y de ese hervidero de sin sabor y situación límite, han surgido un sinfín de emprendimientos que, probablemente lleguen para quedarse. Es la misma ecuación que en el mundo de los felinos: el punto más álgido, lúcido y atento que tienen, es la cacería. Avivados por la incertidumbre de morir de hambre, o no poder alimentar a los hijos, o de que la presa escape y perder su única oportunidad en mucho tiempo, el felino enciende su capacidad al máximo: el leopardo dispara 100 km en tres segundos, su respiración se eleva hasta 150 veces, el shock de estrés escala su temperatura casi a nivel letal, y en ese momento es realmente un leopardo. Del mismo modo, el mundo de los emprendedores reaccionó a la pandemia. Los emprendedores fueron más creativos que nunca.

“En esta nueva era, lo indispensable le gana a lo superfluo”, explica Otálora, el experto en la adaptación, a los emprendedores. “Si se dedicaban a vender algo que hoy no tiene un valor real en la sociedad, porque no se puede consumir por las restricciones o bien, porque no es una prioridad, tienen dos caminos. Buscar la manera de adaptar su producto o servicio a las necesidades de hoy. Cambiar de producto o cambiar la forma en que lo ofrecen o cambiar de mercado. Quedarse quieto, en esta pandemia es un suicidio”.

Hay emprendedores que ya tienen expertise en adaptabilidad. Son viejos leopardos. Como Javier Miranda. Miranda tenía una gráfica en Caseros, en Buenos Aires, y no le iba nada mal. Hasta que, en el 2013 –y eso que, hasta entonces, la pandemia era sólo trama de películas- con la caída de las impresiones y el auge de lo digital, las ventas cayeron barranca abajo, y un día durante, no vio luz al final del túnel: “Tenía que cambiar sí o sí”, recuerda, con dos hijas, departamento alquilado. ¿Qué hizo? Barajó y dio de nuevo. Un cliente lo telefoneó para preguntarle si en su gráfica instalaba pantallas led y Miranda le dijo que sí. Pero, claro. ¿Cómo no? Él era la persona indicada. Luego, cortó y le dijo a su señora: “Decime: ¿Qué son las pantallas led?”

Javier Miranda convirtió su negocio de pantallas led en tótems de sonido.

Cualquier otro hubiera desestimado la propuesta, pero Miranda se la jugó. Y así descubrió un negocio en ciernes y, por ese entonces, vacío de competencia. Con una sola pantalla instalada facturaba lo mismo que en cuatro meses de imprenta. Un ratoncito que decidió salir a buscar su queso a otra parte.

«Si nos va mal, no se acaba el mundo. Yo lo llamo microfracasos. Cada vez habrá más de esto»

Saber, no sabía nada. El riesgo era alto. Pero más arriesgado era continuar. Con el tiempo, Miranda exploró un negocio virgen, aprendió, cometió errores y, en breve se transformó en el gran referente del mercado publicitario y la instalación de pantallas Led de Sudamérica. Y adiós a la imprenta y a renegar. Miranda, flexible y adaptado a todo, cuando se disparó la pandemia, en mayo se propuso apostar por un producto nuevo: los tótems de led de sonido. “Son tres modelos y lo vendemos en municipios, estaciones de trenes y hasta en iglesias. Nos va muy bien. Siempre le buscamos la vuelta”, dice a este cronista, y filosofa: “¿Por qué a la gente le cuesta tanto adaptarse al cambio? No todos tienen la mentalidad del sacrificio y del emprender. O de compartir. Y muchos no están preparados para perder rentabilidad. Entonces, cuando vienen épocas difíciles, lo primero que hace es resguardarse. El otro día fui a comprar bicicletas para mis hijas. ¿Podés creer que el dueño no me las quiso vender porque, con los cambios del dólar, me dijo que no tenía precio? Y eso que tenía 250 bicis nuevas. Pero claro, especulaba. Es una actitud. Algunos prefieren dejar gente en la calle en lugar de decir de gano menos. Yo me adapto a cualquier cambio porque la realidad te lleva a adaptarte. Lo primero para adaptarse es no tener miedo al fracaso ni a la incertidumbre. Lo segundo es apostar mucho en publicidad. Lo que tengas ahorrado para que te conozcan más. Y lo tercero es cuidar tu plantel de personas. Mi empresa es como un país que se llama Miralandia. Y quiero que toda la gente trabaje y esté bien. Y como presidente resigno mis ingresos para apostar para el futuro de mi gente. Si todos pensaran igual, el cambio en tiempos tan terribles, sería más liviano para todos”.

Debido a la crisis de la pandemia, Javier Miranda convirtió su empresa de pantallas led en tótems de sonido
Reproductor de audio

Hace más de cinco años, conocí al argentino Tito Loizeau. Narré su historia de emprendedor serial para una revista. Me sorprendió su velocidad de reflejos, su capacidad anticipatoria y su antena para captar lo que nadie ve. En solo una vida, creó una fábrica de sillones, una cadena de cines, un portal con cupones de descuentos, agencia de marketing, una agencia de publicidad y una productora de televisión. Y contó todo eso en un libro entusiasta “Emprender hasta los 90”, donde aconsejaba reducir horas de trabajo y dedicarlas a la puesta en marcha de ideas propias. Su gran emprendimiento fueron las Barbie Store, las primeras tiendas 100% de la muñeca Barbie en el mundo. Un negocio que, aunque no lo crea, ni siquiera su fabricante Mattel había considerado. Pero los sinsabores de la pandemia aún a él lo desanimaron por completo. En el 2019, estrenó un restorán temático, El Capitan Deli Theater, junto a salas de cine en el shopping Norcenter. Repatrió 150 mil dólares ahorrados en el exterior. Y 50 mil dólares en monedas de oro, obsequio de su abuela. El restorán abrió 8 meses y luego estuvo 8 meses cerrado. Sólo le trajo dolores de cabeza: ya le hicieron tres juicios laborales. Paga 25 sueldos de empleados que no trabajan y medio millón de ingresos brutos.Durante años he intentado inspirar a la gente a emprender y a hacerlo en Argentina. Pero hoy siento que me cuesta encontrar una razón para hacerlo”, escribió en su cuenta de Twitter. ”Y me siento muy boludo por haberlo hecho.” Loizeau hizo cuentas y descubrió con espanto que, el mejor negocio hubiese sido no mover un dedo. “Si me hubiera quedado con los dólares en EEUU y las monedas (de mi abuela) en la caja, los 10 millones de pesos de mi patrimonio sería de 39 millones. En 18 meses, hubiera ganado 300% en pesos sin hacer nada… Si vuelvo a abrir y me va bien, necesitaría 13 años de buena operación para ganar el dinero que hubiera ganado si no hubiera hecho nada, no confiaba en el país y estaba 100 veces más tranquilo”.

El gran emprendimiento de Tito Loizeau fueron las Barbie Store, una idea que ni a Mattel, su fabricante, se le había ocurrido.

Hay mucho para perder, es cierto. En un mundo en cambio permanente, muchos proyectos se derrumbarán, eso también es cierto. Y otros, como en el caso de Loizeau será 100% pérdidas. Otalora, el autor de “Reinventados”, hace un llamado a desdramatizar: “Si nos va mal, no se acaba el mundo. Yo lo llamo microfracasos. Cada vez habrá más de esto. Eso sí: hay que perder el miedo a equivocarnos. El error no es un problema. El error, tarde o temprano, se convierte en aprendizaje”.

Para el mundo emprendedor, Alan Faena tiene aires de gurú, y siempre, como buen ajedrecista, lleva varios movimientos de ventajas. Sombrero de vaquero, ropa blanca, aura mística y andar zen, lo conocí en plena metamorfosis, 15 años atrás –exactamente en el 2004-. Venía de ser un pope del diseño de indumentaria –la empresa con su ex mujer Via Vai era referente ineludible de la moda-, y en un momento, decidió barajar y dar de nuevo. Cerró la marca. Pensaban que se había vuelto loco. Se mudó a Punta del Este –donde tenía cabaña al mar en Las Boyitas, zona inexplorada que él mismo estrenó como residencia y la valorizó en el mercado, otra de sus ideas de avanzada-, y durante un tiempo, sólo se dedicó a meditar, pasear los perros por la playa y cuidar un rosedal que, según todos los vecinos, le auguraban que en ese lugar jamás florecería. Tozudo él, sacó las rosas adelante –quedaron, como podrán imaginar, como telón multicolor de selfie-, y a la par, concibió uno de los proyectos inmobiliarios más ambiciosos de Latinoamérica de los últimos años: el Faena Hotel, una cadena de residencias de lujo. Un espacio que, en lugar de pensado por magnates de la construcción para hacer dinero, su diseño estuvo en manos de artistas, y fue a la par, un espacio de músicos, pintores, un hervidero creativo y belleza que contagiarían a los propios huéspedes del hotel. Faena llevó esa idea al gran diseñador Philipe Stark –que jamás había diseñado hotel alguno en Latinoamérica-, lo persuadió para sumarse al proyecto, y así Alan inauguró el Faena Hotel en Puerto Madero, en un área que, por entonces, era poco más que maleza, abandono y viento.

El hotel Faena en Puerto Madero, Buenos Aires.

Se preguntará –como yo me preguntaba entonces-: ¿Por qué motivo, Alan dejó la moda, cuando todo le iba de maravillas y decidió reinventarse? Básicamente, por un instinto muy humano: el aburrimiento. En aquella charla, mientras me mostraba como chiche nuevo el lobby, las habitaciones y el restorán del hotel que abriría en semanas, Faena me confesó: “Quería hacer algo más concreto, más palpable y no tan volátil como la moda, que se la lleva el viento. Y me vino la idea del hotel”. El tiempo –y el viento- le dieron la razón. En los últimos años, su cadena se internacionalizó. Y en octubre, en plena pandemia, una encuesta de 750 mil lectores de la reconocida revista de viajes Condé Nast Traveler, distinguió al Faena como el mejor hotel de Miami Beach y el segundo mejor de los Estados Unidos. Un visionario que decidió transformarse, antes de que transformarse fuera un requisito indispensable para sobrevivir. Y el mundo entero descubriera que el Plan B, no estaba tan mal como pensaban.

KNOW HOW: CINCO PASOS PARA REINVENTARSE

“Según la etapa de su empresa, deberá tener estrategias diferentes y para eso le propongo el método que yo uso para reinventarme. Lo llamo «ARDER». Y me gusta el concepto, porque cuando a uno algo le arde tiende a calmar ese dolor. Lo cual habla de hacer algo para terminar con ese ardor. Es decir, accionar.

A: ADAPTARSE

R: REINVENTARSE

D: DIFERENCIARSE

E: EQUIVOCARSE

R: RÁPIDO.

1 Adaptarse. Adaptarse al contexto. Si no se puede salir a la calle, o hay una reducción extrema de circulación, en qué lugar queda mi empresa y qué puedo hacer para adaptarla al funcionamiento de esta realidad.

2 Reinventarse. Tal vez la pandemia afectó todo mi negocio, tanto en cuarentena o por el miedo a contagiarse. Esto hace que sea inviable seguir operando igual que antes. El ejemplo más básico es el turismo o las peluquerías. Entonces, tengo que pensar nuevas unidades de negocio o diversificación. O, si tengo recursos para aguantar, trabajar en mejorar internamente.

3 Diferenciarse. Todos sus colegas están pasando por lo mismo. Salvo que estén adelantados en el mundo digital. ¿Cómo hago para reinventarme y dar un diferencial? Ser distinto y único para el cliente y, por tanto, más valorado. Esto es para hoy, para mañana y para siempre. Si no logro ser diferente, destacarme y que ese valor agregado que brindo por producto o servicio sea percibido por el cliente de esa forma, terminaré compitiendo por precio. Vender volumen o padecer.

4 Equivocarse. Sí, no hay otro camino: hay que hacer y cometer errores para aprender. Hoy vamos a vivir la era de los microfracasados. Aquellos que hacemos cosas todos los días para saber si estamos en el camino adecuado. Las ideas no valen nada si no salimos a la cancha a probarlas. En la medida en que acumule errores, tendrá una mayor tasa de acierto. Ninguno sabe qué va a funcionar, pero todos tenemos que haber experimentado aquello que no funciona.

5 Rápido. Los cambios son tan vertiginosos que si uno piensa demasiado sale tarde, o lo que uno ofrece deja de ser útil. Rápido para cambiar ahora, y rápido para cambiar mañana… Hoy hay negocios que son redituables durante semanas y hay que saber migrar a tiempo. Pegar primero, para ser los únicos, y cuando el resto nos copie ya estar en otro segmento para volver a ser primeros.

(Extracto de “Reinventados”, de Gonzalo Otálora.

 

DIXIT: ABRAZAR EL CAMBIO

  • “El gran problema de la gente es que se quieren quedar agarrados a la silla por miedo a perder. No se dan cuenta de que soltar la silla es la mejor forma de no perder” (Roberto Goldafarb, director Diarco).
  • “El cambio sucede cuando el dolor de sostener algo se vuelve más grande que el miedo de dejarlo ir”. (Spencer Johnson, autor de “Quién se ha llevado mi queso”)
  • “Cuando no somos capaces de cambiar una situación, el desafío es cambiarnos a nosotros mismos”. (Victor Frankl, psiquiatra y filósofo sobreviviente al holocausto)
  • “¿Nunca les pasó que compraron un calzado nuevo y en la primera baldosa mojada se resbalaron? ¿Qué hicieron cuando les pasó esto? ¿Volvieron al negocio y solicitaron el reintegro de la plata? O tal vez, como me pasó a mí, fueron más cautos al transitar. Siempre nos dicen que el mejor viento es el de popa. Pero no es así. Los aviones siempre despegan frente al viento”. (Javier Pap, empresario del rubro de instalación de grupos electrógenos, bombas de agua y ascensores)
  • “Mantengan el compromiso con sus decisiones, pero sean flexibles en su abordaje. Recuerden que ustedes buscan resultados” (Tonny Robbins, uno de los más reconocidos gurúes de la motivación personal).
  • “Cuando uno está en crisis, es cuando uno más aprende. Hace que tu cabeza vuele. Que te agarres de lo esencial para generar cosas. Cuando uno emprende, aprende siempre, te vaya bien o mal. El emprender tiene implícito el aprendizaje. Acá en la pandemia no elegiste aprender, te empujaron a hacerlo. Esto hizo que muchos emprendedores hicieran lo que nunca hubieran imaginado”. (Marcelo Remolina, director de Instalaciones Patagónicas)
  • “La inteligencia es la habilidad de adaptarse al cambio” (Stephen Hawking, astrofísico)
  • “La vida es una serie de cambios naturales y espontáneos. No se resistan a ellos. Eso sólo traerá lamento. Dejen que la realidad sea realidad” (Lao Tsé, filósofo).
Cicco
Cicco
Fue editor en Revista Noticias, Newsweek, y redactor del diario Crítica de la Argentina. Sus crónicas, seleccionadas en cuatro antologías, recibieron tres galardones y aparecieron en las revistas Rolling Stone, Anfibia, Brando y Gatopardo. En 2005 sentó las bases del “periodismo border”, un subgénero periodístico que implica vivir las historias en carne propia para después contarlas. Es docente del curso de Periodismo Narrativo en Periodismo.net. Escribió seis libros.