Texto de Lucía Ballesteros – Ilustrado por Rodolfo Fucile
Se despertó al alba, zamarreado por su padre.
Apurate, le decía.
Escondió sus bolitas de vidrio debajo de la almohada y tropezándose, corrió para treparse al carro. Un nuevo día -pero igual a los demás-, camino al cañaveral.